Estaba sentada en el banco de siempre, donde tantas personas antes habían trazado sus respectivos pensamientos con cualquier objeto punzante. Escritos de amistad, amor e incluso diversas ideologías y doctrinas relevantes. La diferencia es que ella... no podía expresarlos con palabras. Tampoco demostrarlos sin ellas. Simplemente, se las guardaba, encajonadas en su mente, en sus canciones, donde sólo las veía reflejadas.Iba a ese lugar todas las tardes, después del colegio. ¿La razón?. Su admiración hacia esas personas capaces de expresar sus sentimientos, capaces de no callar todo eso que llevan dentro. En cambio a ella le podía el miedo.
Sólo había una cosa que le delataba y era, que cuando le miraba, el tiempo se paraba, se elevaba en una nube inmensa de calma, en un paraíso temporal en el cual nunca había estado y la verdad era que no sabía el motivo de ese sentir, de ese estado. Todos los días se preguntaba cómo no se había podido dar cuenta, pues nadie en este mundo le había sostenido la mirada tanto tiempo o eso pensaba. Nadie le había mandado tantas señales, pues la verdad que el lenguaje de las miradas es el que mejor se entiende. Tampoco sabía cómo había llegado aquello, ni cuándo. Sólo maldecía el momento en que llegó, porque sabía que era algo imposible. Aunque tal vez lo más costoso era confesarlo. Mil y una veces había tenido que sucumbir al hechizo de su mirada y mil y una veces se había percatado de que apenas había incidido en su manera de actuar, como si no se diera cuenta. Sólo sabía que pronto llegaría el día en que quedarse quieta no valdría ya, en el que tendría que elegir entre tirarse a la piscina o pasar página.
Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no aprovechar cada instante, con el favor de una mente que no tiene limites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos.
Datos personales

- Silvia
- Tal vez me ha incitado a hacerme este blog el hecho de que me cuesta decir lo que pienso, entre otras cosas. Puedo describirme a mí misma con bastante seguridad. Soy pesimista conmigo misma, bastante insegura; aunque cuando estoy segura de algo lucho por mantener bien alta mi opinión. Lo cual deriva a que sea muy cabezota, cosa que muchas veces me juega malas pasadas, pues no suelo guiarme mucho por los consejos de los demás y no me doy cuenta de que tengo que escuchar más allá de mí hasta que me estampo contra algún mal producto de ésta mi cabezonería. Creo que me sacaré el título de ayudante personal, ya que me encanta dar consejos y ayudar a los demás. Demasiado sentimental diría yo... Cosa que tampoco me lleva por muy buen camino, porque ésto me hace ser a la vez ilusa y muchas veces me llevo decepciones. Sí, sueño demasiado. Amante de la música ante todo. Sin música no habría luz ni color. Pienso que ésta es una gran vía que nos lleva y nos ayuda a expresar nuestros más profundos sentimientos. Enamorada de las miradas. Pues creo que ésta es la parte del cuerpo que lo dice todo de una persona. Amo los animales.